Este primer trabajo discográfico nos lleva a un lugar donde los limites entre pop, folk y rock se diluyen. Buscando un sonido yanki, no se pierde el foco de nuestras propias raíces,  las guitarras españolas se mezclan con las acústicas, synths, percusiones, un piñón sólido tocando tierra y unas guitarras eléctricas que se encargan de enmarcar nuestra vista en las alturas. Todo compuesto y producido desde la base con el cuidado de ofrecer  una música en consonancia  a unas letras bien trabajadas desde un mensaje que busca constantemente la belleza, aunque no siempre la encuentra.

En este punto se cruzan dos primos hermanos: Luijo Argemí, quien esboza la canción a guitarra y voz  y Samuel Vidal, quien ayuda a dirigir ese primer esbozo a la mínima expresión para después guiarlo hacia una producción discográfica elaborada, con una paciencia y mimo a los que cuesta poner punto y final. Una música atemporal, tan buena acompañante en el sofá de casa como en un paseo por los jardines del Turia.

Este tándem de primos se completa con las colaboraciones de unos grandes músicos. Enric Crespo a la telecaster, Álvaro Gandul a las teclas, Andrés Belmonte al bajo y Tete Moragón a las baterías, cierran el circulo en este primer LP que vio la luz en 2021.

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